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No quites la mirada de Jesús

«Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!. Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!. Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios». Mateo 14:26-33

 

Tenemos varios puntos maravillosos en esta preciosa escena:

1.- Jesús delante de sus discípulos en medio de una tormenta aparece, caminando sobre las aguas, y les dice: No temáis!, Yo Soy. En otras palabras, Yo Soy está con ustedes, Dios está en medio de ustedes, cobren ánimos chicos, miren a mí, no tengan miedo. Aunque las olas se alcen y los vientos sean impetuosos, ¡Cobren ánimo!, Aquí está Yo Soy.

Los discípulos no solo estaban turbados por los azotes del viento sobre la barca, sino que además divisaban a Jesús a lo lejos caminar sobre las aguas, lo cual los turbó aún más porque pensaban que era un fantasma. Pero, Jesús les alentó diciendo: No Temáis.

2.- Vemos a Pedro que en ese momento no usó de su propia prudencia, esfuerzo o capacidad, sino que se dispuso en Jesús para caminar hacia Él. Esto nos ilustra que llegamos a Cristo no por nosotros, no por nuestros esfuerzos, sino simplemente confiando y mirándole a Él.

Luego del tormento en el que se encontraban, Pedro decide mirar al Rey, y por un momento la tormenta ya no estaba sobre él, pues, aún en la tormenta el pudo caminar sobre ella sin ahogarse, porque su mirada estaba en Jesús, en la Roca, nuestro castillo y pronto socorro.

3.-Pedro, al igual que muchos nosotros, cuando vemos que la tormenta a nuestro alrededor continúa, tendemos a distraernos, preocuparnos, y por ende, quitar nuestra mirada en Aquel, en Jesús, y es allí cuando nos hundimos en nuestros valles de oscuridad, así como Pedro comenzó a hundirse en las aguas cuando dudó por un mínimo instante.

4.-Al ver Pedro hundiéndose clama alto a Jesús por socorro, diciendo: Señor… Sálvame!!!

5.-Vemos la fidelidad, amor e inmensa misericordia de Jesús. Aún cuando hemos dudado, El vuelve a extender sus manos a ti, y te dice: Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?.

Así suele ocurrirnos. Nos devastamos, nos deprimimos, nos sentimos perdidos en cuanto los vientos contrarios azotan nuestra barca, y se nos olvida que Jesús está al frente, diciendo: No Temáis. Que su fidelidad es grande, y en medio del hundimiento, de las adversidades, de los conflictos, de la enfermedad, de las crisis, el extiende su mano, y tiernamente te dice: Hombre de poca fe, ¿Por qué has dudado? Yo estoy contigo, No temas, Yo soy está contigo.

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