«Más él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro.» Job 23:10
¿Cuántos de nosotros no hemos estado abrumados por los embates de nuestro día y día? Las olas de la tormenta suelen elevarse a gran magnitud sobre la barca de nuestra peregrinación, infligiendo laceraciones a nuestra fe, mermándola y llevando a quitar nuestra mirada en Aquel que ha dicho: No temáis, cobrad ánimo. Nuestra Roca de La Eternidad nos mira tiernamente en medio de nuestra crisis y nos dice:
Aunque estés en valles de sombra de muerte, No temas, porque la vara del Señor te infundirá aliento. Salmos 23:4.
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro. Salmos 91:4.
El es tu esperanza, tu castillo. Salmos 91:2.
Cristo es tu gran fortaleza. Filipenses 4:13.
Y ¿Quién puede decir que algo ha ocurrido sin que el Señor lo ha ordenado?. Lamentaciones 3:37.
Pero entendemos esto: que todos los que amamos a Dios, todas las cosas cooperan para bien. Romanos 8:28.
Por tanto, levantemos al cielo nuestras manos y nuestros corazones. Lamentaciones 3:41.
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Hebreos 12:2.
Levanta tus manos caídas y rodillas paralizadas. Hebreos 12:12.
Alégrate y gózate en el Señor, y cántale con júbilo en tu corazón. Salmos 32:11.
Pues, no somos de los que retroceden. Hebreos 10:39.
Sino que proseguimos a la meta, al supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:14.
Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, Números 6:25; Te perfeccione, afirme, fortalezca y establezca, 1 Pedro 5:10; A El sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos, amén, 1 Pedro 5:11.